O «Kramer» a secas —como él prefiere que lo llamen— se define como artista por vocación, escritor por afición e historiador del arte por devoción. Confiesa ser melómano, maniático, «gatólico» y «simpsoniano». Dice que nació a principios de los ochenta, pero no especifica de qué siglo.

Fiel al anonimato, lo poco que se sabe de él es apócrifo. De lo único que se tiene certeza es de que es argentino y que pretende seguir siendo «un artista en las sombras como Thomas Pynchon, Elena Ferrante, Banksy o Daft Punk; salvando las distancias, por supuesto» (Kramer dixit). Hay rumores de que padece fobias y/o trastornos de algún tipo, también de que está en un Programa de Protección a Testigos.

Se dio a conocer en 2011 con la blognovela La hora sexta, la cual autopublicó en 2015. Con esta se adentró en el género de la fantasía urbana y empezó a «jugar» con el Photoshop para promocionarla. ¡Y lo bien que hizo! Porque al año siguiente diseñó su primera portada por encargo, y desde que cambió los pinceles por el mouse, no ha parado de trabajar con autores y editoriales independientes de Latinoamérica y España. 

Ha trabajado para escritores como David Pardo, Mariel Ruggieri, Alexandra Risley, Rose Gate y Kristel Ralston entre otros.

En medio, se las arregló para graduarse en Licenciatura y Profesorado de Artes en la Universidad de Buenos Aires y ganó un premio WATTYS con una novela conjunta inacabada.

Tiene tantas historias empezadas como correos spam, aún no domina la tableta gráfica y su mayor deseo es que el día tenga más horas... o poder clonarse.